El brócoli, también llamado “bróculi” o “brécol, destaca por su riqueza en componentes esenciales de la dieta humana como vitaminas, antioxidantes y minerales. Entre los beneficios de su consumo destacan: cuida el corazón, previene algunos tipos de cáncer y las cataratas, fortalece los huesos luchando contra la osteoporosis y la artritis reumatoide, protege frente a úlceras, es ideal para fortalecer el sistema inmunitario y ayuda a combatir y evitar las malformaciones congénitas. Algunos estudios la califican como “la hortaliza de mayor valor nutritivo por unidad de peso de producto comestible”.
Los orígenes del consumo del brócoli están asociados a la domesticación de distintas coles. Aunque el consumo esporádico del brócoli se originó en alguna zona del noroeste de Europa entre 8000 y 5000 años A.C., es en el Mediterráneo oriental donde, para la mayoría de autores, se sitúa el nacimiento de su cultivo. Allá sobre el 800 antes de nuestra era, en la actual Turquía, la civilización Etrusca cultivó y consumió las hojas e inflorescencias de diversas coles que se suponen formas intermedias entre nabizas, coles y brócolis.
A continuación fueron los romanos quienes extendieron el cultivo del brócoli por toda la cuenca mediterránea, quedándose establecido aisladamente pero permanentemente en diversos lugres hasta nuestros días. A principios del siglo XIX en Estados Unidos, Thomas Jefferson lo sembró en su huerto de Virginia.
La creciente demanda de productos sanos ha ido acelerando su implantación durante la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos, Japón y el norte de Europa que son los actuales grandes consumidores de brócoli. Su desarrollo en el resto del mundo acaba de empezar.